Es una marca devaluadora que porta un grupo al que se le atribuyen características negativas.
Es la conducta excluyente que resulta del estigma.
Impedidos de ejercer sus derechos, comienzan a esconder su enfermedad. A sentir vergüenza. A sumar a sus propias dificultades las provenientes del sentirse no aceptadas y queridas. Es en estas condiciones adversas que crecen las "raíces" de su autoestigma.
Que no podrá tener un trabajo o una familia. Que no podrá tratar su problemática. Que su evolución será desfavorable. Que debería estar encerrado de por vida. Desde Proyecto Suma, por el contrario, creemos que uno de los mejores "remedios" es no estigmatizar. Acercarse al otro. Tratarlo con humanidad. Incluirlo en la sociedad. Respetar sus derechos. Más aun, promoverlos.
También al Estado, que debe tener un compromiso activo en el restablecimiento y la promoción de la salud mental.
Muchas no obtendrán tratamiento a causa del estigma. Muchas encontrarán barreras para su inclusión social por los prejuicios y la desinformación del resto de la sociedad.
El estigma puede dar lugar a malos tratos, rechazo y aislamiento, y privar a las personas afectadas de atención médica y apoyo, advierte la OMS.
Según esa organización internacional, el 25% de las personas atravesarán un problema de salud mental a lo largo de su vida.